Siglo de Oro Valenciano

Posible retrato del poeta Ausiàs March. Retablo de San Sebastián de la Colegiata de Játiva, obra de Jacomart.

El Siglo de Oro Valenciano (también, Siglo de Oro de las letras valencianas) corresponde a un periodo histórico que abarca las décadas finales del siglo XIV y todo el siglo XV, en el que el Reino de Valencia, y especialmente su cap i casal (la ciudad deValencia), vivió un gran esplendor cultural, relacionado estrechamente con el notable desarrollo económico y social alcanzado durante ese tiempo, hasta convertirse, sobre todo durante la segunda mitad del Cuatrocientos, en el referente cultural, y también económico, de la Corona de Aragón. Se ha afirmado que «durante el siglo XV, Valencia es la capital cultural de la Corona de Aragón».[1]

En el terreno literario, el filólogo valenciano Antoni Ferrando ha situado el Siglo de Oro «entre 1383, año en que Francesc Eiximenis dedica el Regiment de la Cosa Pública a los Jurados de Valencia, y 1500, fecha de publicación del último volumen de Lo Cartoixà, en versión de Joan Roís de Corella —por poner dos hitos literarios muy significativos—». Durante ese tiempo «transcurre un siglo largo en el que el joven Reino de Valencia produce unas obras literarias de primer orden, sólo comparables con las mejores de Europa». «Coincide con una época de prosperidad económica, estabilidad social y relaciones fecundas con Italia, tanto en los planos comercial y político como en el el más estrictamente cultural», añade Ferrando.[2]

Como también ha señalado Antoni Ferrando, «la mayoría de los escritores valencianos de los siglos XIV y XV son de origen catalán. Los son los de primera fila: sant Vicent Ferrer era hijo de un mercader de Palamós; Jaume, Pere y Ausiàs March descendían de una familia de Barcelona; los Martorell probablemente eran oriundos de la villa catalana del mismo nombre; los antepasados de Joan Olzina y de Bernat Fenollar procedían de la Cataluña occidental, y lo son también los de segunda fila, Lluís de Vilarrassa, Berenguer de Vilaragut, Jordi Centelles, Narcís Vinyoles, Jaume Gassull, Francesc Barceló, Francesc de Castellví, etc.». La excepción era Joan Roís de Corella, cuya familia inmigrada a Valencia poco después de la conquista procedía del Reino de Navarra inmigrada a Valencia. Eiximenis había nacido en Gerona y cuando llegó a Valencia ya había escrito algunas obras.[3]

Contexto sociopolítico

Tras la muerte de Martín el Humano en 1410 y la ausencia de un sucesor directo, siguen dos años de inestabilidad, pero en el Compromiso de Caspe (1412), es elegido como nuevo rey de la Corona de Aragón Fernando I de Aragón, de la casa de Trastámara, que pone fin al «Interregno». Con el reinado de su sucesor Alfonso el Magnánimo (1416-1458), la Corona de Aragón desarrolla una política exterior expansiva por el Mediterráneo.

Mientras que Barcelona entra en decadencia, por el contrario la ciudad de Valencia creció hasta alcanzar los 40 000 habitantes a finales de siglo, cuando Barcelona contaba con 14 000. La capital valenciana se convierte en el centro económico, político y social de la Corona y de ahí el florecimiento intelectual que la convirtió en un foco cultural y literario de importancia.

Esplendor literario

El comienzo del Siglo de Oro literario se suele situar en 1383 con la publicación del Regiment de la Cosa Pública del franciscano gerundense Francesc Eiximenis (c. 1330-1409), seguramente un encargo de los jurats de la ciudad de Valencia, convertida ya en polo de atracción de los escritores de todo el reino y de fuera del mismo (como el propio Eiximenis que venía del Principado de Cataluña). La obra agradó tanto a los jurats que al año siguiente encargaron copias del Regiment para que pudiera ser leída en la Sala de la ciudad y además subvencionaron la continuación de Lo Crestià, una especie de enciclopedia de trece volúmenes (de los que solo llegó a escribir cuatro) con la que pretendía «il·lustrar, endreçar e despertar, adoctrinar e amonestar tot feel crestià» ['ilustrar, ordenar y despertar, adoctrinar y amonestar a todo fiel cristiano'] sobre los principios de su religión. Otra de sus obras fue el Llibre dels àngels que probablemente fue el motivo por el que los jurats decidieron poner la ciudad bajo la protección del Ángel Custodio, considerado desde entonces como uno de los patrones de la «ciutat i Regne». De los «vicios» femeninos se ocupó en el Llibre de les dones. A la reina María le dedicó el Tractat de contemplació o Scala Dei y a uno de sus máximos protectores, el noble Pere d’Artés, una Vida de Jesucrist.[4]

Contemporáneo de Eiximenis fue el dominico Vicent Ferrer, canonizado en 1455 por el papa valenciano Calixto III. A partir de 1395 se dedicó a la predicación dirigida fundamentalmente al poble menut, como él solía denominar a las clases populares, y unos trescientos de sus miles de sermones se publicaron en textos resumidos a partir de las notas que tomaban los escribientes que le acompañaban en sus viajes, no sólo por el reino de Valencia y la Corona de Aragón, sino también por Castilla y otros territorios europeos (de hecho murió en la localidad bretona de Vannes, donde está enterrado). Rechazó la «moda» del humanismo, a diferencia de su discípulo, el también dominico valenciano Antoni Canals (c. 1352-1419), traductor de obras clásicas como los Dictorum factorumque memorabilium de Valerio Máximo y De providentia de Séneca, dirigidas a los «hòmens de paratge» (los nobles) y a las «persones científiques e lletrades» . También tradujo una parte del poema latino Africa con el título Escipió e Aníbal. Su única obra original fue Escala de contemplació dedicada al rey Martí I y que muestra una concepción religiosa medieval, como la de su maestro y la de Eiximenis.[5]

A diferencia de Eiximenis, de Ferrer y de Canals, motivados por sus inquietudes religiosas, el poeta Jordi de Sant Jordi adopta un visión «laica» en su valiosa aunque breve obra poética (murió en 1424 cuando contaba entre 24 o 30 años de edad), que fue elogiada por el poeta castellano Marqués de Santillana, que coincidió con él en la corte de Alfons el Magnànim. «A pesar de moverse todavía dentro de las convenciones trovadorescas y de emplear una lengua occitanizante, los versos de nuestro elegante poeta nos llaman la atención por su sinceridad y su armoniosa dicción», ha señalado el filólogo valenciano Antoni Ferrando. Se trataría «de un autor tocado por el humanismo y al mismo tiempo seducido por el mundo de las caballerías».[6]

El también caballero Ausiàs March (1397-1459) coincidió con Jordi de Sant Jordi en la expedición de Alfons el Magnànim a Italia de 1420 pero su vida fue más larga —murió a los 62 años— y por tanto su obra poética fue mucho más extensa. March, que rompió completamente con el lenguaje occitanizante empleado por aquél, está considerado como la figura máxima del Siglo de Oro valenciano —también fue alabado por el Marqués de Santillana— y uno de los poetas más importantes de la lírica europea de todos los tiempos —su obra gozó de gran renombre entre los poetas castellanos del siglo XVI que lo tradujeron e imitaron—. Escribió unos diez mil versos distribuidos en ciento veintiocho poemas, la mayoría de los cuales agrupados en ciclos, de acuerdo con los senyals o pseudónimos que aparecen en las tornades o coplas finales de cada composición. Los más extensos son los que llevan los senyals Llir entre cards y Plena de senys, dirigidos a dos mujeres diferentes. Sin embargo su poema más famoso es el Càntic espirtual, que no es de tema amoroso sino religioso.[7]

La novela de caballerías anónima Curial e Güelfa fue escrita a mediados del siglo XV aunque su existencia no fue conocida hasta finales del siglo XIX. Se ha discutido quién fue su autor pero, según Antoni Ferrando, «la convergencia y la acumulación de una serie de preferencias léxicas o variantes formales (plegar, amprar, espill, sancer, oronella, vesparada, marjal, mentira, pegar, acurtar, etc.) delatan la procedencia valenciana del mismo».[8]

La que sí fue conocida —y aclamada— en su momento fue la novela, también de caballerías, Tirant lo Blanc escrita por el caballero Joanot Martorell, aunque cuando murió en 1468 no la había terminado, por lo que fue acabada —y retocada— por Martí Joan de Galba —y no se sabe si por alguien más—. Se publicó en 1490 y en seguida se convirtió en el libro más leído en Valencia y en Barcelona, siendo traducida en 1501 al italiano y en 1511 al castellano. El humanista valenciano Luis Vives desaconsejó su lectura por inmoral, pero cien años después Miguel de Cervantes lo consideró «el mejor libro del mundo» y Shakespeare se inspiró en algún episodio para su obra Much Ado About Nothing.[9]

En el año 1460 en que Joanot Martorell comenzó a escribir el Tirant, el médico y conseller de Valencia Jaume Roig (c.1400-1478) acababa Espill, una obra compuesta por 16 000 versos muy cortos, de cuatro sílabas y que recoge el habla coloquial de la Huerta de Valencia. En realidad se trata de una novela en verso, plagada de anécdotas divertidas, que en gran parte constituye una diatriba contra todas las mujeres, que son caracterizadas como viles, mentirosas y crueles, con las únicas excepciones de su esposa, Isabel Pellicer, y la Virgen María. La réplica «feminista» se la dio Isabel de Villena, abadesa del monasterior de la Trinitat de Valencia (1460-1490), en su Vita Christi, escrita «en romanç perquè los simples e ignorants puguen saber e contempolar la vida e mort de nostre Redemptor e Senyor Jesús». Aunque obviamente tiene como protagonista a Jesús de Nazaret, «la perpectiva femenina adquiere una especial significación en la simpatía con la que trata a las mujeres de los Evangelios, sobre todo a María Magdalena y en protagonismo que les atribuye al concederles más del 80 por cien del texto», ha señalado Antoni Ferrando.[10]

El siglo de oro de las letras valencianas se cierra con Joan Roís de Corella (c.1433-1497), «el tercer gran poeta valenciano del », junto con Jordi de Sant Jordi y Ausiàs March. Aunque adquirió fama como predicador, fue aún más conocido por sus poemas amorosos, muy leídos por las damas valencianas.

En la literatura valenciana del XV proliferan los documentos que plasman la tendencia a la conciencia idiomática propia, en virtud de la fragmentación lingüística latina que se había produciendo a lo largo de la Baja Edad Media. A partir de finales del s. XIV, concretamente entre 1395 y 1474 se produce un periodo de consolidación e implantación generalizada de la singular denominación de “lengua valenciana”, y desde 1474 a 1523 se implanta la conciencia idiomática singular valenciana. Los escritores valencianos se expresan, y así lo hacen constar, en múltiples ocasiones en “lengua valenciana”, y el valenciano se extiende a todos los niveles de la administración y la cultura, quedando el latín circunscrito a textos específicos.[11]

Difusión de la imprenta

La ciudad de Valencia tuvo un protagonismo fundamental en la difusión de la imprenta llegando a ser a finales del siglo XV el primer centro editorial de España. La llegada de la imprenta a Valencia fue poco después de haberse introducido en Italia en el año 1465 y fue entonces cuando en el centro de Valencia se instaló una de las primeras imprentas de España, junto al Portal de la Valldigna, la de Jacobo Vitzlán, editor y comerciante alemán que representaba a la familia de los Ravensburg. Al frente de este taller estaba el maestro impresor Lambert Palmart que en el año 1474 imprimió uno de los primeros incunables españoles Trobes en lahors de la Verge Maria, que es considerado como el primer libro literario impreso en España. Lambert Palmart también publicó más de una docena de obras hasta 1493, año en que vendió su negocio, de autores como Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y Jiménez. También publicó una Biblia en colaboración con el castellano Alonso Fernández de Córdoba, platero y maestro impresor, y de la que tan solo queda una hoja con el colofón, pues fue prohibida, al igual que la publicación de textos sagrados en lenguas vernáculas.

También en Valencia se imprimió el primer incunable fechado, el ‘Comprehensorium’, con colofón del 25 de febrero de 1475, pero sin impresor conocido. Y poco después, en el año 1477 la ‘Tertia pars Summa Theologica’ considerado el primer incunable con todos los datos completos. Estas obras impresas se distinguieron durante más de un siglo no solo por su elevada calidad, sino por ser auténticas obras de arte que contribuyeron excepcionalmente al apogeo y al esplendor de la imprenta valenciana. La tradición de la imprenta pronto llegaría a crecer y el número de impresores de Valencia por esas fechas fue superior al de cualquier otra ciudad de España, llegando a acoger a numerosos impresores extranjeros, alemanes, suizos, franceses, etc. atraídos por las posibilidades para el desarrollo de esta pujante industria.[12][13]

Personas destacadas

Escritores del Reino de valencia

  • Jordi de Sant Jordi (13??-c. 1424) que sigue todavía el estilo trovadoresco.
  • San Pedro Pascual (1227-1300) La Biblia Parva.
  • Jacme Febrer (1238) "Trovas". (Hubo controversias pero, sin duda, era valenciano y escribió en valenciano)
  • San Vicente Ferrer y su hermano Bonifacio, traducción de la Biblia del latín al valenciano, primera de Europa.
  • Antoni Canals (1352-1419) "Valeri Maxim" (traducción)
  • Ausiàs March (c. 1397-1459), maestro del análisis introspectivo del hombre renacentista.
  • Joanot Martorell Tirant lo Blanch, primera novela moderna europea.
  • Joan Roíç de Corella (1433/43-1497), que luce un humanismo erudito.
  • Jaume Roig (ca. 1400-1478), autor del Espill o Llibre de les dones, y la escuela satírica valenciana.
  • Sor Isabel de Villena (1430-1490), pluma intimista y tierna. "Vita Christi"

Pintura y escultura

En pintura y escultura se dejan sentir las tendencias flamencas e italianas en artistas como:

Este siglo, entre Edad Media y Renacimiento, es vivificado por sus relaciones estrechas con los italianos: Alfonso V el Magnánimo se instala en Nápoles donde mantiene una corte brillante, hasta su muerte en 1458. Su nieto Fernando II le sucede en Nápoles con el mismo brillo.

Véase también

Referencias

  1. Ferrando, 1988, p. 345.
  2. Ferrando, 1988, p. 342. «Recordemos, en este sentido, la presencia napolitana del rey Alfonso el Magnánimo (1443-1458), que tantas muestras de predilección demostró hacia Valencia, y los pontificados de Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503), oriundos de Xàtiva».
  3. Ferrando, 1988, pp. 342-344.
  4. Ferrando, 1988, pp. 346-348.
  5. Ferrando, 1988, pp. 348-352.
  6. Ferrando, 1988, p. 351.
  7. Ferrando, 1988, pp. 351-353.
  8. Ferrando, 1988, p. 354.
  9. Ferrando, 1988, pp. 354-356. «Aparte de la rica combinación de registros lingüísticos y del logrado desarrollo de los personajes principales (Tirant, Carmesina, Plaerdemavida), el interés esencial del Tirant quizá radique en la fidelidad con la que refleja los grandes acontecimientos y problemas del mundo contemporáneo así como los mínimos detalles de la vida cotidiana de todas las clases sociales».
  10. Ferrando, 1988, p. 356-357.
  11. Gómez Bayarri, José Vicente. «El esplendor de la Valencia del siglo XV» Instituto Luis Vives de Valencia (2001).
  12. de los Reyes Gómez, Fermín. «La imprenta incunable, el nuevo arte maravilloso de escribir» Centro Superior de Investigaciones Científicas (2015).
  13. Cavero Hernández, María Pilar. «Bibliografía de la historia de la imprenta valenciana» Universidad Politécnica de Valencia (2013).

Bibliografía

  • Ferrando, Antoni (1988). «El Siglo de Oro de las letras valencianas». En Manuel Cerdá, ed. Historia del pueblo valenciano. Valencia: Levante. pp. 341-360. ISBN 84-404-3763-3. 
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